El pregonero de Mingorrrubio recordó la historia de esta pequeña gran colonia

Miguel Mínguez Álvaro

Este año el encargado de dar el pregón de las fiestas de Mingorrubio ha sido Miguel Mínguez Álvaro, vecino de la colonia desde hace más de 60 años. Ayer, durante su discurso, consiguió que todos los asistentes de edad avanzada recordaran los primeros pasos que se dieron para convertir la colonia en lo que es hoy, y logró que los más jóvenes los conociéramos. “La historia que voy a contar tiene más de 65 años, la mayoría no la conocéis pero todos tenemos la necesidad de saber de nuestra existencia”, comenzó.

El pregonero de honor mencionó el trabajo que costó crear el consultorio médico y hacer el frontón y la terraza “envidia de todos los restaurantes”, bromeó. Después de recordar a los ausentes, a los que les dedicó “el más emocionante de los recuerdos por su aportación a la grandeza de este pueblo”, se extendió en los años en los que se consiguieron las viviendas de Mingorrubio. “Su consecución fue un trabajo terrorífico y a destajo que trajo muchos disgustos. Pero tuvo un final feliz y se consiguieron las casas, la mejor herencia que vino a compensar el sacrificio”, dijo.

Mínguez habló de las tres fases de entrega de las viviendas hasta que se dieron las 380. Recordó la vida que daban a la colonia los locales, de los que sólo quedan dos, y del bar Flora Barragán, aún en pie. También dibujó una sonrisa en los rostros de los vecinos de Mingorrubio y llenó la plaza de aplausos al mencionar cómo llegó el agua a la colonia. “Las mujeres resolvieron el problema. Hicieron una huelga manifestación con sus cazuelas y ruido correspondiente. Al día siguiente, vino el agua. Bravas esposas y maridos  cobardes”, bromeó. “Bendita huelga de cubos y valientes mujeres que quedarán por ahí“, añadió levantando la cabeza buscándolas entre el público.

A continuación, recordó la fundación de la asociación de vecinos, que presidió durante cinco años, y la construcción de la iglesia en 1972 “por insistencia férrea de don Serafín”, subrayó. «Antes escuchábamos misa en el barracón donde había almacenados materiales de construcción. Al volver a casa, parecíamos molineros”, dijo sonriendo.

Antes de terminar su pregón, también quiso recordar a los 489 difuntos de la colonia e incluso citó el nombre de algunas viudas. Finalizó citando su lema, “no hay cosa más grande que saber que se ha llegado con el deber cumplido” y gritando “¡viva Mingorrubio!”.

Miguel Mínguez Álvaro recogiendo una placa de agradecimiento.

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