“Mingorrubio es un lugar de paz. Cuando vengo, me gusta escuchar el río. Podría ser el protagonista de uno de mis poemas”, Eduardo Prieto García
El mingorrubiano, actor y escritor vendrá el jueves 22 de mayo a la colonia a hablar de su obra ‘Concreción del nácar’
El mingorrubiano Eduardo Prieto García se describe a sí mismo como una persona “muy tímida y poco sociable”. Sin embargo, eligió como profesión ser actor. Una decisión que puede parecer contradictoria, pero no lo es. Y es que, como él dice, “el oficio de la interpretación es una terapia. Cuando subes al escenario te puedes comer el mundo”.
El jueves 22 de mayo vendrá a Mingorrubio a hablar de su libro de poesías ‘Concreción del nácar’, invitado por la asociación de vecinos. Estará delante de un público que debatirá con él sobre la obra, no obstante, reconoce que está “acojonado” y a la vez contento por la convocatoria.
Eduardo se crio en la colonia de El Pardo junto a sus tres hermanos. Le llamaban Riaño por el segundo apellido de su padre. Vivió allí hasta finales de los 90, cuando se mudó al barrio de Legazpi. El actor y escritor no visita mucho Mingorrubio y, cuando lo hace, recuerda las tardes que pasaba merendando y jugando bajo una encina. “Estaba horas y horas. Me gustaba regresar tarde a casa”, nos dice. También, le viene a la memoria el grupo de música que formó con Javi Infante y Adolfo Fernández Rodríguez, el último concierto que dieron en el 82 o cuando trabajó en La Bodeguilla con sus hermanos. De todo ello y de su trayectoria como actor y escritor nos habla en esta entrevista.
-¿Cómo llegó al mundo de la interpretación? Empecé haciendo figuración en el cine en el año 83. Al teatro llegué cuando un director me pidió hacerle el favor de sustituir a un actor con el que había discutido. Comencé haciendo clásico. Interpreté al galán de ‘El médico a palos’ de Molière.
-¿Cómo fue esa primera vez sobre las tablas? Mi entrada a escena fue violenta. Tuve un traspié y por poco me caigo. El segundo día lo hice un poquito mejor y, el tercero, ya estaba enganchado a la escena.
-¿Dónde se formó? No me formé. Aprendí viendo trabajar a los compañeros y a las compañeras. Siempre he pensado que esa es la mejor forma de aprender. La metodología te puede llevar por caminos erróneos.
-Además de sobre el escenario, ¿en qué otros sitios ha trabajado? Cuando tenía 13 años trabajé en una lavandería. Con 25, en La Bodeguilla con mis hermanos. Hacíamos unas tapas de pepinillo riquísimas. También, he sido taquillero de discoteca y estudié auxiliar de vuelo, aunque no ejercí.
-¿Cuándo empezó a escribir? Supongo que al componer mis primeras canciones. En los años 80 ya había escrito unas 70. Yo me consideraba ‘escribidor’ de canciones. Lo de poeta me parece una palabra muy grande.
-¿Y su primer poemario? Lo escribí en los 90. Durante su creación, me encerré seis meses. Sólo salía un día a la semana. Lo llamé ‘Babel’. No lo publiqué y no creo que nadie lo haga. Lo escribí utilizando un método que es una locura.
-¿Cuántos libros ha publicado? Cuatro de poesía. También, he escrito una pieza breve de teatro y cortometrajes.
-¿Ha recibido algún premio? He sido reconocido con tres menciones de honor.
-Comenzó haciendo clásico y terminó haciendo clásico. ¿Por qué dejó la interpretación? En una función un compañero me dijo que le había dado mal el pie. Desde entonces no he vuelto. Me podía volver a pasar. No es miedo, es responsabilidad.
-¿Cómo reaccionó cuando le invitaron a la tertulia literaria de Mingorrubio del próximo 22 de mayo? Al principio, me acojoné un poco y dudé en venir. Ahora, estoy contento.
-Usted formó parte de un grupo de música. Sí, junto a Javi (no recuerdo el apellido) y Adolfo Fernández Rodríguez. Yo componía y tocaba la guitarra y Adolfo, el bajo. Es uno de los mejores músicos que he conocido. Teníamos unos 18 años y llamamos al grupo ‘Datura’.
-Y ofrecieron conciertos. Sí, el último el 26 de junio de 1982. Lo dimos debajo de la encina que estaba donde el quiosco de los helados.
-Cuando viene, ¿por dónde le gusta pasear? Por el pinar y el río. Me gusta escucharlo y andar cerca de los fresnos que hay antes de llegar al embalse. Es un lugar especialmente agradable. Hay algo de magia allí.
-¿De qué trataría un poema suyo que tuviera El Pardo o la colonia como protagonista? De algo relacionado con el río.
-¿Cómo definiría Mingorrubio? Un lugar de paz.
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