El pregón de la bailaora María Sanz Peña en Mingorrubio, una preciosa ‘coreografía’ creada con recuerdos, agradecimientos y grandes emociones

María Sanz Peña llegó a Mingorrubio hace 13 años con su marido y sus dos hijos para comenzar una nueva vida. Desde entonces, se ha hecho un hueco en el corazón de los mingorrubianos, tanto por su simpatía y buen carácter como por su contribución a la colonia. Tres de sus numerosas cualidades que le han hecho ser elegida pregonera de las fiestas de este año.

Ayer, 19 de junio, la bailaora, profesora de baile y arquitecta cambió su vestido de flamenca y su programa de Autocad por un micrófono para deleitarnos con unas palabras que, como dijo Olga Baños García, presidenta de la Asociación Amigos de Mingorrubio, entidad impulsora de las fiestas, “nos hicieron vibrar tanto como sus coreografías”.

María subió al escenario muy emocionada y llevando en sus manos un pregón que le dio la oportunidad de contarnos “una parte importante de su historia, de compartir lo que siento y lo que este lugar tan especial representa en mi vida”, comenzó diciendo.

Después de dar las gracias a la Asociación Amigos de Mingorrubio por pensar en ella como pregonera y de admitir que la proposición le hizo sentir “muchos nervios, vértigo y responsabilidad”, confesó que todo lo que iba a expresar lo hacía “desde dentro”. “Tengo una suerte inmensa de vivir aquí, de compartir mi día a día con vosotros y de poder formar parte de algo tan bonito. Hoy tengo el honor de representar a una generación que llegó a Mingorrubio hace más de 10 años y que siente este lugar como suyo, como si hubiera estado aquí toda la vida. Este pregón no habla solo del pasado, sino también del presente que construimos juntos cada día”, dijo.

María Sanz Peña, pregonera de las fiestas de Mingorrubio 2025.

A continuación, recordó cómo su familia llegó a la colonia y la casualidad que se cruzó en su camino. “Mi marido vio el anuncio de una casa y vino a verla. Me dijo: ‘tienes que venir, te va a encantar, la colonia es súper especial’. Curiosamente, años antes había bailado en un acto benéfico que se celebró en el restaurante El Pinar. Jamás imaginé que acabaría viviendo aquí y echando raíces. Cuando llegué, enseguida me enamoré del lugar, pero también sentí miedo. Al final, nos lanzamos. Menos mal”, recordó la pregonera.

Compartiendo sus recuerdos, María no quiso olvidarse de personas como don Serafín o Alfredo y de cómo le sorprendieron sus primeras fiestas de San Juan, en las que “todo era como un viaje en el tiempo y el ambiente era precioso. Unos días de encuentro y convivencia donde todo era un regalo”, subrayó.

Después, hizo alusión a su pasión por el baile y destacó el papel que han tenido sus padres y su “gran maestra” en su trayectoria.  “Desde que tengo uso de razón, bailo. Aunque estudié Arquitectura, nunca dejé de moverme, de expresarme, de buscarme a través de la danza”, recordó María antes de hablar de su faceta como profesora. “Enseñar me permite compartirlo. Hoy puedo decir que soy feliz ayudando a niñas, niños y a adultos a crecer a través del arte y el movimiento”.

En su pregón, no quiso olvidarse de las primeras clases que dio en el colegio Monte de El Pardo y en el local de la Asociación de Vecinos de Mingorrubio, hace ahora 10 años. Tampoco de cómo resolvió, con la ayuda de las madres de sus alumnos, el vestuario del primer festival. “Cogimos lo que encontramos en el baúl del colegio; tutús enormes, lazos gigantes… Las niñas parecían paquetes de regalo, pero estaban felices y yo, más”, rememoró. Con estas palabras, la emoción de María contagió al público asistente. “Poco a poco, empezasteis a confiar en mí y juntos construimos algo precioso, una familia de danza con ensayos, nervios, vestuarios, escenarios, lágrimas y muchas, muchas alegrías. He visto crecer a tantas niñas, las he visto enfrentarse a sus miedos, las he visto brillar y me emociona saber que he formado parte de su camino. Y si algo me llena especialmente de orgullo es ver cómo, gracias al baile, tantas niñas y no tan niñas han encontrado su espacio, su voz, se han hecho fuertes, valientes y sensibles y me han enseñado más de lo que yo jamás podré enseñarles”, dijo.

En este momento, la pregonera tuvo el detalle de nombrar a personas que le ayudaron en sus primeros pasos como profesora en el colegio de El Pardo. “Eva, la primera que confió en mí, a las directoras de la AMPA; Laura, Cristina, Sara y, especialmente, a Virginia, que siempre ha estado a mi lado escuchándome y resolviéndome la vida. También, a mis alumnas Alba, Lara y Gabriela, que habéis crecido conmigo y lleváis a mi lado desde el primer día, ayudándome”, manifestó.

La plaza de Mingorrubio estaba abarrotada de gente, que escuchaba el pregón atentamente.

Volviendo a la colonia y a sus vecinos, María Sanz Peña quiso resaltar la labor que realizan los miembros de la Asociación Amigos de Mingorrubio “por hacer posible estas preciosas fiestas”; a la Asociación de Vecinos de Mingorrubio “por vuestro trabajo incansable”; a la doctora Marta “por ser increíble, amiga, confidente y puro cariño”; al páter Iván “por construir comunidad”; a los entrenadores del equipo de fútbol “en especial, a Sergio por el cariño que da a toda la familia futbolera”. “A mis grandísimos amigos del Choco por tantos momentos compartidos; a las bellas, simpáticas y adorables Mingorrubias porque sois pura alegría; a mis vecinos del primer tramo de Armas por todo el cariño que me habéis dado durante todos estos años; a la Asociación de Señoras de Mingorrubio por mantener la tradición de nuestros mayores…”.

Antes de concluir su pregón y de agradecer a su marido e hijos su apoyo “incondicional” y paciencia, la bailaora, profesora y arquitecta quiso compartir una reflexión con el público. Explicó que en la isla japonesa de Okinawa, uno de los lugares con más esperanza de vida del mundo, existe una filosofía llamada ikigai, que significa que nuestra razón de ser está donde se cruzan cuatro cosas: lo que amas, lo que se te da bien, lo que el mundo necesita y por lo que puedes ser recompensado. Con ello, la pregonera explicó que en Mingorrubio está su ikigai. “Enseñar, bailar, compartir, acompañar, construir comunidad es lo que le da sentido a mi vida. Gracias de corazón por permitirme formar parte de algo tan hermoso, por confiar en mí, por apoyarme, por dejarme acompañar a vuestros hijos, por regalarme este lugar donde crecer. No sé si llegaré a ser longeva, pero feliz, sí. Plena y profundamente agradecida. Gracias por recordarme que el verdadero lujo no está en lo material, sino en vivir rodeados y hoy estoy increíblemente rodeada de gente a la que quiero. Gracias por darme el privilegio de poder decíroslo aquí en estas fiestas, en este lugar tan maravilloso. ¡Viva Mingorrubio y viva San Juan!”, concluyó la pregonera.

María Sanz Peña.

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