Dactari, aquel hombre menudo, solitario y de pasos cortos que vivió en El Pardo

En El Pardo han nacido y vivido personas que han escrito líneas de su historia. Por su forma de ser o por sus actos, se convirtieron en protagonistas de la vida pardeña y hoy están en la memoria de muchos de nosotros. Los más mayores recordarán a Micaela ‘La Barquillera’ y a los que no lo somos tanto nos vienen a la cabeza nombres como Rufo o Dactari.

¿Quién no recuerda a este último? Dactari, ese hombre menudo que andaba deprisa y con pequeños pasos.

Una de las personas que más se acuerda de él y le echa de menos es Manolo Martínez Turégano. Para este pardeño de 69 años, Dactari era como su hermano mayor. Los recuerdos que tiene de él son tan gratos y están marcados con tanto cariño, que ha querido rendirle un homenaje recordando su historia en ElPardo.net. “Era una excelente persona a la que recuerdo con cariño y nunca olvidaré”, nos cuenta

Manolo recuerda perfectamente la fecha de nacimiento de Dactari porque vinieron al mundo el mismo día, con 20 años de diferencia. “Antonio Toribio Salgado, así se llamaba realmente, nació el 25 de enero de 1931 en un pueblo Guadalajara. Su madre era soltera. Le trajeron al orfanato de El Pardo siendo muy pequeño”, añade.

Con 14 años entró en la banda del Regimiento de Transmisiones, animado por el padre de Manolo, Rafael Martínez Cancela. “Recuerdo aquel día. Antonio tenía una habilidad especial tocando el tambor y mi padre le animó a mostrárselo a un brigada.  Éste le dijo: ‘eres la persona que mejor toca el tambor que yo haya conocido’, y le invitó a entrar en la banda”.

Un tiempo después, dejó el cuartel y se fue con un compañero del orfanato, José Hidalgo Feito. Junto a éste y su mujer, Carmen Martínez Cancela (tía de Manolo) tuvo la ocasión de irse a vivir a Coslada, pero no quiso. “Fue en el año 1959. Dactari prefirió quedarse en El Pardo y estuvo siete años en mi casa. Por aquel entonces, éramos cinco hermanos -recuerda Manolo- Me acuerdo del día en el que le dije a mi madre que a Antonio nunca le regañaba. Mi abuela me contestó: ‘Él es el mayor y no hace nada para que le regañen’.

Durante su juventud, Dactari trabajó como calefactor en el Regimiento de la Guardia de Franco. Después, fue jardinero, empleo que tuvo hasta su jubilación. También, ayudaba en la cocina y en el comedor.

Antonio Toribio Salgado, Dactari.

A Manolo se le han marcado en su memoria muchos momentos entrañables con Dactari, como cuando le llevaba al Circo Price o el día que nació su hermano Maxi. “Recuerdo el 25 agosto de 1960. Mi madre iba a dar a luz y Antonio me llevó a pescar al río. Estando allí, mi padre llegó y nos comunicó el nacimiento. También me vienen a la memoria las Navidades. En esta época, aunque para él nosotros éramos su familia, se ponía triste. Intentamos averiguar cosas de sus padres y sólo supimos que su madre era soltera. Dactari decía con ojos llorosos: ‘yo no les voy a buscar, son ellos los que me tienen que buscar a mí’”.

Manolo recuerda muchas de sus virtudes. “Tenía una letra fabulosa y hablaba árabe. Aprendió porque pasaba muchas horas con miembros de la Guardia Mora de Franco». Tampoco se borra de su memoria las manos, un tatuaje y la insignia que lucía en una de las solapas de su chaqueta. “Las palmas las tenía agrietadas. Se daba una crema de color miel y con forma de pastilla de jabón, pero las grietas nunca desaparecían. En su brazo izquierdo tenía un tatuaje con forma de mujer en bañador y en su chaqueta colgaba una medalla que le concedió el rey Juan Carlos I”, recuerda Martínez Turégano.

Antonio nunca se casó. “Tuvo una novia que servía como doncella en una casa de la colonia San Fernando. Se llamaba Maricruz, era rubia con ojos azules y vestía un uniforme rosa y blanco. Era tímido y solitario”.

Dactari vivió en el número 13 de la calle Primero de Octubre junto a Mariano Quirín. Antes de morir, en 2012 y a la edad de 81 años, estuvo atendido por Cristóbal Urbano.

Contando su historia en ElPardo.net, Manolo Martínez Turégano ha querido rendir un homenaje personal a Antonio Toribio Salgado, al que define como “un gran hombre, al que quisimos todos los que le conocimos y siempre recordaremos. Mi hermano mayor. Mi gran amigo”.

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